Pavlova

Photo by Toa Heftiba on Unsplash

Antes de que existiera el famoso merengón, existía la Pavlova. Dicen que este crujiente postre por fuera y suave por dentro, se creó en Nueva Zelanda en honor a la bailarina rusa Anna Pavlova quien se encontraba de gira en ese país. No sé si lo llaman así porque parece un tutú o porque cuando lo pruebas te dan ganas de bailar de la felicidad.

¿Qué necesitas?

4 claras de huevo

Crema de leche

3 cucharadas de maicena

Una pizca de sal

2 tazas de azúcar pulverizada

Fresas, melocotones o las frutas dulces que más te gusten

Preparación

Antes de empezar, alista una bandeja para horno engrasándola con un poquito de aceite,  espolvoréala con maicena y elimina el exceso. Si tienes papel parafinado, mejor.

Precalienta el horno a 140 C y reserva la bandeja.

Pon a batir las claras de huevo con la pizca de sal hasta que se vayan formando picos suaves. Ve agregándole el azúcar poco a poco durante el batido. Cuando la textura sea pegajosa y brillante, incorpora las 3 cucharadas de maicena y continúa batiendo hasta que esté bien mezclado.

Pon la mezcla en la bandeja y llévala al horno durante 1 hora. Pasado este tiempo, apaga el horno y deja que se enfrié dentro de él.

Mientras tanto, bate la crema con un poquito de azúcar hasta que tome consistencia (es importante que la crema esté fría). Cuando esté lista y el merengue esté frío, ponla sobre el.

Por último, sírve con las frutas que hayas elegido sobre la crema y ponle algún topping que te guste: chocolate, coco rallado, nueces ralladas o caramelo.

 

 

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